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La soga
Dramaturgia Patrick Hamilton, traducción Milena Grass
Personajes
PERSONAJES
Alex
Benjamín
Oscar
Clara
Sir Thomas Spencer
Bruno
Berta
Fragmento 1, acto I
FRAGMENTO 1, ACTO I
La acción transcurre en una habitación del segundo piso de la casa en Mayfair, Londres, que comparten Alex y Benjamín.
Año – 1956
Una habitación en el segundo piso de la casa en Mayfair, que comparten Alex y Benjamín. Ocho cuarenta pm.
Alex murmura
Ya, ya.
Pausa. Alex enciende la lámpara de la mesita.
Benjamín, junto al baúl.
¡Apaga la luz! ¡Apágala!
Alex apaga la luz.
Tranquilo.
Alex se sienta en el sillón y prende un cigarrillo con un fósforo. El cigarrillo brilla en la oscuridad.
Pausa.
¿Benjamín, te recuperaste?
Oye, ¿te recuperaste ya?
Oye.
Pásame unos fósforos.
Se los lanza.
Tienes que tranquilizarte. Berta va a llegar en un cuarto de hora.
Pausa.
¿Te das cuenta de lo que hicimos?
¿Si me doy cuenta?… Sí, me doy muy bien cuenta.
Su voz se vuelve intensa, tranquila, poderosa, exultante y sin embargo levemente desafiante.
Maté a alguien.
Sí.
Asesiné a alguien. Asesiné sin pasión, sin motivo, sin errores y sin dejar pistas. Un asesinato sin sangre y sin ruido.
Sí.
Un asesinato inmaculado. Maté. Maté por el puro gusto del peligro y por el puro gusto de matar. Y estoy vivo. Verdadera y maravillosamente vivo. Eso es lo que hice, Benjamín.
Alex, suave.
¿Entonces podría encender la luz?
No. No puedes…
¿Qué pasa? ¿No te estarás poniendo supersticioso?
No. No soy supersticioso.
El fuego de la chimenea brilla débilmente; ahora se distinguen tenuemente las figuras de Alex y Benjamín.
Oye…
¿Sí?
¿Te acuerdas cuando entró Martín?
¿“Cuando entró Martín”?
Cuando Martin entró acá – cuando se bajó del auto. Estabas parado en la puerta.
Sí.
¿Viste a alguien parado más allá? ¿En la calle como a cincuenta metros?
Sí ¿y qué?
Mmm, nada…
¿Qué?
Pausa.
O cuando me encontré con Martin. Cuando me encontré con él – saliendo del cine… Cuando me encontré con él e hice que se subiera al auto- pudo ser que alguien nos hubiera visto ¿o no?
¿“Alguien”?
Mmm, alguien. Cualquier persona. ¿Pensamos en eso, Alex?
Yo sí.
Pausa.
Está aquí, ¿lo sientes? Se van a dar cuenta…
¿Quiénes, nuestros invitados?
Sí
¿Estás sugiriendo que alguna fuerza psíquica va a salir flotando esta noche de ese baúl y le va a decir Thomas Spencer que los restos – o más bien la totalidad sin vida – de su hijo están ahí adentro?
Pausa.
Mi querido Benjamín, si estás empezando a sentirte inseguro, quizás deba tranquilizarte con un breve resumen de los hechos minuto a minuto. Por favor, déjame darte — —
¡Escucha!
Hay una quietud tensa.
¿Qué…?
¡Escucha!
Hay otra pausa. Benjamín se pone de pie de golpe, va hacia la ventana y mira sigilosamente a través de las cortinas.
Nada, Nada. Pensé que era Berta.
En primer lugar, Berta no va a llegar hasta cinco para las nueve, si es que, porque Berta rara vez es puntual. En segundo lugar, un astuto maestro le quito la llave. Por lo tanto, va a tener que tocar el timbre. Ahora, la narración fría de nuestras maniobras:
Pausa
Hoy por la tarde, alrededor de las dos, el joven Martin Spencer, nuestro antiguo compañero de universidad, dejó la casa de su padre para ir al cine. Después de la función, se topó en la calle ́por casualidad ́ con la bella persona humana aquí presente y fue invitado a esta casa. Luego le sirvieron el té y a las seis cuarenta y cinco en punto, se le dio muerte por estrangulamiento con una soga. Posteriormente fue depositado en ese baúl. Esta noche, a las nueve en punto, su padre, Sir Thomas Spencer, y tres amigos nuestros, cuidadosamente seleccionados, vendrán a disfrutar de un exquisito cóctel. Van a conversar un poco y se van a ir. Después de la fiesta, a las doce — —
Benjamín Interrumpe
¿No será un error lo de la fiesta?
¿No habíamos quedado que justamente lo que le daba belleza y sabor a este día era la fiesta?
Pausa
A las doce en punto, como estaba diciendo, tú y yo nos vamos a ir de vacaciones en mi auto. Y vamos a invitar a nuestro antiguo compañero a que se nos una, en el maletero, hasta llegar al lago. Nunca más se va a oír una palabra de él. Martin Spencer no habrá sido asesinado. Habrá desaparecido. Esa es toda la historia; el crimen llevado a la perfección – la historia completa y el crimen perfecto.
Pausa
Es claro, ¿cierto?
Sí.
La fiesta, Benjamín, como ves, lejos de ser nuestro punto vulnerable, es el verdadero clímax, si se quiere. Considera los ingredientes. Sigo pensando que no podríamos haber elegido mejor. Van a venir, en primer lugar y sin duda el más importante, Sir Thomas Spencer – el padre del – habitante del baúl. Él es quien le da la nota macabra a la velada. Buena elección, hasta aquí. Hubiera sido deseable invitar a su esposa; pero estando ella inválida, no la podemos tener con nosotros.
Suena el teléfono. Benjamín se pone de pie de un salto y va a contestar en lo oscuro.
Benjamín al teléfono
Aló… aló… aló. ¿Cómo? Éste es el 4143… ¿Cómo? ¿Cómo? Aló.
Alex enciende la lámpara.
Fragmento 2, acto I
FRAGMENTO 2, ACTO I
¿Y qué hago con todos esos libros?
Sé quedan allá en la mesa
Me sigue pareciendo raro, pero bueno….Tengo demasiado trabajo que hacer para seguir discutiendo.
Toma la soga que está en el baúl, se dirige a Benjamín y le habla con ella colgando.
Usted está muy flaco, está comiendo muy poco. Prométame que va a ser el primero en probar el paté que traje.
Sale de escena y se lleva la soga en sus manos.
¿Qué te pasa?
Se dio cuenta
¿Se dio cuenta de qué?
La soga, ¡la soga!
Es sólo un pedazo de cuerda. ¡Tranquilízate, Benjamín! En todas las casas siempre hay este tipo de cosas tiradas por ahí.
Berta entra con una gran bandeja con mantel y servilletas, cubiertos, platos, sándwiches, etc. La deja en el aparador y luego va al centro y mira a Benjamín primero y luego a Alex. Le habla a Alex.
Podríamos bajar la mesa de arriba…..
No, no. Así está bien, Berta. Ponga las cosas ahí.
Berta un poco incómoda por el desaire; entre dientes:
Muy bien, señor.
Avanza hacia el aparador. Pone el mantel y otros elementos sobre el baúl.
Suena el timbre.
Ah – por fin. Llegó temprano, sea quien sea.
¿Voy a abrir?
Sí, que suba.
Berta sale.
Benjamín se pone de pie, va al piano y empieza a tocar «Dance Little Lady», con una genialidad más bien desagradable.
Berta entra y mantiene abierta la puerta. Entra Oscar Raglan.
Berta sale.
Oscar avanza nervioso.
Hola.
Alex saluda cordialmente.
Hola, Oscar, mi viejo. Pasa.
Fragmento 3, acto I
FRAGMENTO 3, ACTO I
¿Por qué invitaste a Oscar?
¿Y por qué no iba a hacerlo?
Sabes muy bien que terminamos hace poco y que ahora estoy saliendo con su mejor amigo.
Lo siento mucho, pero es difícil seguir el ritmo de tus romances. Antes fuí yo, después Oscar y ahora ¿Cómo se llama el nuevo?…..
No te lo voy a perdonar.
Vuelve a salón
¡Esta champaña está verdaderamente «cosquillosa».
Benjamín dice que vendrá un antiguo profesor del colegio, ¿Es cierto?
Si, Bruno Cadell.
El antiguo profesor de estos dos angelitos.
Ahora trabaja como editor.
Mmm… Quizás pueda darme trabajo.
Difícil, él publica sólo lo que le gusta.
Publica libros de filosofía, también escribe poesía.
Grandes palabras y pequeñas ventas.
Bruno es muy especial, selecciona sus libros asumiendo que los lectores saben leer y pensar. Me gusta.
Siempre te gustó. Alex se pasaba horas escuchándolo
¿Escuchándolo? ¿Quién es ese hombre?
Tenía ideas muy extrañas
¿Qué tipo de ideas?
Supongo que Clara se refiere a que él no acepta los convencionalismos. Por ejemplo, piensa que un asesinato que es un crimen para la mayoría, puede ser un privilegio reservado solo para unos pocos.
Suena el timbre.
Alex interrumpe con una voz algo alta
Muy bien. Les apuesto que es Sir Thomas Spencer. Voy hacerlo pasar.
Alex sale dejando la puerta abierta.
Se oyen voces que provienen de abajo.
¿Quién llegó?
Benjamín se levanta y apaga su cigarrillo en el cenicero de la mesa
Llegó, Clara, el respetable Sir Spencer, que ha venido hasta aquí para mirar libros.
Entran Alex y Sir Spencer.
Oscar se pone de pie.
Durante lo que sigue, Berta entra después de Sir Spencer y el resto, y va poniendo silenciosamente sobre el baúl los platos, cuchillos, sándwiches, etc.
Sir Spencer habla mientras entra.
…lo que por supuesto, no se puede hacer nunca. Ah, ¿qué tal, Benjamín? ¿Cómo le va?
Sir Spencer y Benjamín se dan la mano.
Oscar parece avergonzado y Clara no sabe muy bien qué hacer.
Ahora déjenme presentarlos a todos… Srta. Clara Arden, Sir Thomas Spencer.
Mucho gusto.
Mucho gusto.
Y este es Oscar Raglan.
Oscar y Sir Spencer se dan la mano.
Mucho gusto.
Mucho gusto.
Hay una pausa incómoda.
Estamos. Y aquí, tenemos un sillón que creo será de su gusto.
Alex conduce a Sir Spencer a una silla; Sir Spencer se sienta.
Y aquí tenemos un baúl que vamos a usar para comer, porque la mesa ha sido tomada por los libros.
Sir Spencer mira al baúl.
¿Un Cassone? ¿Medieval?
No, no es un original. Es una reproducción. Pero es una pieza bastante buena. Lo compré en Italia. ¿Se le ofrece algo de beber, señor?
Ay, Dios mío, no, muchacho.
Mira vagamente alrededor de la pieza.
¿Y estos son libros?
No, no , los que le podrían interesar están en la otra pieza. En el comedor. Los clasifiqué lo mejor que pude y ahí hay más espacio.
Me interesa mucho verlos, muchísimo… Me parece recordar que Williams tenía una extraordinaria colección de obras de Shakespeare…
Sí. Aunque me temo que los Folios fueron vendidos antes de que muriera. Pero hay una tirada de los Quartos y un montón de cosas sobre Bacon realmente increíbles. Bueno, a mí me dijeron que eran muy buenas.
Suena el timbre.
Berta sale rápidamente
Ajá, Bacon. Es uno de mis favoritos.
Recita poema
¡Por supuesto, todo esto es demasiado técnico y letrado!
Sí, ¿verdad?
Ay, soy demasiado materialista para apreciar las letras. Pero sigan, por favor. ¿Háblenos de Bacon?
Si de verdad quiere, podría estar hablando horas.
Sí, por favor. Tiene que hablarnos de Bacon.
Bruno Cadell entra y se queda parado junto a la puerta.
¡Llegó, llegó por fin! El último, como siempre. Adelante, Bruno.
Bruno entra a medias a la pieza.
Alex se lo presenta a los demás. Bruno le sonríe a cada uno de ellos.
La señorita Clara Arden.
Mucho gusto.
Mucho gusto.
Sr. Cadell – Sir Thomas Spencer.
Bruno un poco más solemne, sin sonrisa
Mucho gusto, señor
Mucho gusto.
Oscar – Bruno Cadell.
Mucho gusto.
Dime una cosa. No entiendo mucho. ¿Yo vine demasiado formal o los demás están muy informales? Llamé por teléfono para preguntar, pero no pude obtener – mmm – ninguna respuesta.
No te preocupes, siéntate.
Le indica una silla.
Bruno mira la silla, luego divisa el baúl. Se detiene de manera afectada, se inclina para mirar el baúl y lo golpea con el bastón. Hace una pausa.
¿Pero qué…?
Así es, Bruno, vamos a comer alrededor de un baúl.
Ah – ¿sí?
Sí.
Bruno golpea el baúl.
¿Y por qué vamos a comer alrededor de un baúl?
Porque es un baúl muy bonito y porque los libros se tomaron las mesas.
Sí. Toda la casa está tomada por los libros…
Fragmento 4, acto I
FRAGMENTO 4, ACTO I
Es bien buena la música, ¿no?
Benjamín de repente bosteza, sacando el pecho y levantando las manos. La entrada azul del Coliseo aparece, destacándose, en su chaleco. Vuelve a una posición normal, apoyándose de nuevo en la repisa. Bruno se apoya de nuevo contra la repisa cerca de Benjamín y lo mira.
¿A qué hora parten?
Queremos salir como a las doce.
¿Para llegar a qué hora?
Mmm. Como a las tres. ¿Por qué?
Un horario bien curioso. Pero bueno, así son ustedes.
¿Por qué? Es una hermosa noche de luna llena.
No. Ya está lloviendo.
No.
Sí, está lloviendo.
Bruno levanta la mano.
Escucha.
Se puede escuchar la lluvia cayendo suavemente. La música se detiene en la pieza de al lado y de repente se siente un gran silencio en todo el lugar. Benjamín escucha, primero poniendo la cabeza ligeramente de lado y luego súbitamente vuelve la mirada hacia la ventana. En ese momento, Bruno le roba el boleto del bolsillo del chaleco a Benjamín y esconde la mano atrás de la espalda de forma sospechosa. Benjamín vuelve la cabeza de nuevo y ve a Bruno con la mano en la espalda, pero Bruno se la lleva al bolsillo en forma casual y Benjamín lo deja pasar. Sin embargo, se ha producido una pequeña pausa medio extraña.
Benjamín mira de nuevo la chimenea.
Sí, está lloviendo…
Bruno ve un libro sobre la repisa y lo toma.
¿Qué tenemos aquí?… ¡Ajá!… Conrad… Mmm… Mmm…
Da vuelta las páginas con interés.
La música empieza de nuevo. De repente la puerta del otro lado del pasillo se abre y entra fuerte el sonido de la música, junto con risas y voces.
(Alex en off)
¡Benjamin!
¿Sí?
(Alex en off)
¡Benjamin! ¡Te necesitan aquí!
¡Ya voy!
Benjamín a Bruno:
¿Vienes?
No, estoy bien aquí.
Benjamín sale.
Bruno, solo ahora, sigue leyendo el libro por un rato. Luego cierra el libro con una mano y lo coloca en la mesa, se echa hacia atrás y le presta toda su atención a la entrada.
Berta entra.
Bruno levanta la vista
Ah, buenas noches, Berta…
Buenas noches, señor.
Berta levanta la mesa y deja las cosas en una bandeja mientras hablan.
Fragmento 5, acto II
FRAGMENTO 5
Se me acaba de ocurrir algo medio raro.
Algo raro. ¿Qué cosa?
Toda esa conversación, sobre los huesos de un cadáver pudriéndose adentro de un baúl…
Bruno mira aletargadamente a la distancia.
Alex se pone de pie, con el atizador en la mano y mira a Bruno.
Se oye de nuevo la música junto con una oleada de carcajadas generalizada.
TELÓN
Acto II
La escena es la misma que antes y no ha transcurrido nada de tiempo. La música retoma en off desde donde quedó.
Alex, en la misma actitud
¿Los huesos de un cadáver adentro de un baúl?
Sí.
¿Y?
¿Te acuerdas cuando eras niño? ¿Y cómo me contabas historias frente a la fogata?
Sí. Claro. Me acuerdo.
¿Te acuerdas de la obsesión que tenías con los baúles ?
¿Obsesión con los baúles?
Sí. Sin importar cuál fuera la historia – de piratas, detectives, asesinatos, aventuras o fantasmas – siempre terminaba en un desenlace inesperado con un baúl ensangrentado con un cuerpo adentro. Tenías una fijación con eso, ¿no te acuerdas?
Alex repentinamente un poco más serio, olvidándose de sí mismo.
Sí, se me había olvidado.
Bruno mira a Alex. Hay una pausa.
No es raro olvidarse de algunas cosas de la infancia.
Alex aparta su pañuelo y camina hacia el aparador para buscar el whisky
Tienes razón. Entiendo de lo que hablas, ahora me acuerdo. Bueno ¿y?
Y nada. Es raro no más. Eras un niño bien macabro, tú.
Alex se sirve whisky; tranquilamente.
¿Por qué raro – qué quieres decir exactamente?
Raro, no más. Todos nosotros aquí hablando de huesos y cadáveres y un baúl. Se me vino a la mente, no más, eso es todo.
Alex concentrado en servir el trago y como si al mismo tiempo hubiera visto la luz.
Bueno, ¿quieres?
¿Whisky? Sí, por favor.
Dime hasta dónde…
Bruno le da instrucciones a Alex mientras le sirve.
Más. Un poquito más. Gracias.
Salud.
¿Cómo le estará yendo al caballero con sus libros?
Así como va, se va a llevar la biblioteca entera… Bueno. Me tengo que ir ¿Vienes?
Se oye la música nuevamente.
Sí, claro. Qué buena música. ¿qué hora es?
No.
Quiero llegar temprano a la casa hoy.
No. No te vas a ir todavía.
Alex y Bruno salen juntos.
Alex en off
Se me quedaron los cigarrillos. Anda tú, no me demoro nada.
Alex entra, la silueta de su figura se distingue contra la puerta al entrar.
Se oyen voces de la pieza de al lado que corresponden a la entrada de Bruno.
Alex va hacia la repisa de la chimenea por los cigarrillos. Hay una pausa. De repente, va hacia la ventana y abre las cortinas. Se distingue su silueta contra la ventana.
Se escucha la lluvia y se la ve, golpeando las ventanas.
Alex baja hacia el baúl y se para junto a él. Se sienta en él y se inclina para ver la cerradura.
La figura sobre el baúl se endereza y se ve tensa. Pausa.
De repente, ve la figura de Benjamín contra la luz del umbral de la puerta. Cierra la puerta. Está dentro de la pieza a oscuras.
La figura sobre el baúl sigue sin moverse. Benjamín se acerca hacia el baúl. Benjamín toca a Alex y suelta un grito contenido, horrible y estremecedor.
¡Por la misma mierda!
El grito de Benjamín desaparece para convertirse en el sonido de un sollozo.
Alex, maldiciendo con furia, se baja del baúl con un ruido sordo y corre hacia la mesa donde está la pequeña lámpara y la prende.
¿Qué mierda te pasa?
Fragmento 6, acto II
FRAGMENTO 6, ACTO II
Suena el teléfono.
Ajá.
Alex va al teléfono
Los otros escuchan lo que sigue en completo silencio.
Aló… Aló, aló, aló… Sí… 4143. Aló… Sí…
Se oye el ruido de un trueno.
Aló… Perdone, no le escucho. Hay truenos acá… ¿Qué? ¿Quién?… ¿Quién?… ¡Ah!… Sí. Sí, claro. Deme un momento por favor y lo llamo. Quédese ahí. No corte. Es para Sir Spencer.
Alex sale.
Hay un silencio. Oscar le sonríe a Clara. Ella sonríe de vuelta. Bruno se pone de pie intempestivamente. Cojea hacia el aparador y se sirve un trago bien cargado. Se lo toma de una vez, se sirve un poco más y se lo vuelve a tomar de una vez. Por primera vez, parece algo nervioso. Se sienta en el baúl.
Se escuchan las voces de Sir Spencer y Alex desde la otra pieza, luego a través del pasillo.
Sir Spencer y Alex entran. Obviamente Sir Spencer ha pasado un tiempo muy gratificante con los libros. Viene hablando, va alegremente al teléfono y toma el auricular.
Aló, aló, aló… Aló, aló…
(A los demás)
No hay nadie… Ah, aló… ¿sí?… Ah, sí, ¿Eres tú, mi amor? ¿Ah, sí? … Síííí…. Síííí… No, no… No está aquí… Sí, así es.
Benjamín entra y viene hablando, pero percibe inmediatamente el silencio de los demás y se queda tan quieto como ellos.
Sir Spencer se da vuelta y los mira a todos por un momento mientras escucha al teléfono, luego se vuelve a girar.
Sí, sí. Exacto… Exacto, mi amor… ¿Qué? Ah, no, no. Debe estar por llegar, supongo. Probablemente se atrasó por… ¿Qué?… Ah, sí, mi amor… Bueno… Ya voy para allá. Me voy directo, en seguida… ¿Qué?… Sí… Tienes razón, tienes toda la razón… Hasta luego.
Cuelga el teléfono. Se ve pensativo y repentinamente un poco más viejo y solitario. Pausa.
Martín todavía no llega…
¿No ha llegado?
No…
Ah, debe ser por la tormenta
Sí, eso debe ser.
Bruno, ácido
¿No estaba en el cine?
Sí.
No me está gustando ese teléfono hoy.
¿Estaba esperando que volviera, señor?
Sí. Parece que había dicho que iba a volver a la hora del té. Cuando las cosas no salen como estaba previsto, mi mujer se preocupa mucho.
Seguro que él ya va a haber vuelto cuando usted llegue a su casa.
Sí… sí, es lo más probable. Bueno, hora de irse. ¿Dónde dejé el sombrero y el abrigo? Ah, abajo.
Sí. Voy a ir a buscarlos.
Alex sale.
Clara a Sir Spencer:
Aquí tiene su paquete.
Le muestra el paquete.
Qué amable. Muchas gracias. Es un paquete precioso.
Sí, no me quedó nada de mal.
Para nada. Sí…
Sir Spencer se pone algo taciturno.
Es muy útil…
Alex entra con el sombrero y el abrigo de Sir Spencer.
¿Va a tomar un taxi?
Sí, un taxi sería mejor. Quiero estar de vuelta lo antes posible.
Fragmento 7, acto III
FRAGMENTO 7, ACTO III
Bruno, estás loco y borracho
La llave.
Está arriba, la voy a buscar
La tienes en el pantalón.
Ahí está tu llave. Mira y asume las consecuencias. Te vas a arrepentir si miras adentro, Bruno.
Asumo el riesgo.
Lanza un sollozo estremecedor.
Eres un mounstruo, un mounstruo horrible. ¿Por qué Martin Spencer? ¿Qué te hizo?
Escuchame, puedo explicártelo.
¿Explicármelo?
Si. ¡Hay una explicación! ¡Escuchame y después júzgame!
Eres un hombre de ideas modernas, ¿cierto?
Así es.
Y está en tus manos que me cuelguen.
Así parece.
Y a Benjamín también.
Y a Benjamín también.
¿Te acuerdas de nuestra conversación hace un momento la diferencia entre los Tribunales y la justicia?
Sí, ¿y?
Sí. Tenías razón. Si nos entregas a los tribunales no se hará justicia… No eres precisamente un moralista, ¿cierto?
Así es
Y no consideras la vida algo sagrado, ¿verdad?
Para nada.
Yo hice esto. Con Benjamín. Lo hicimos juntos. Nos hiciste leer a Nietzsche, ¿te acuerdas?
Sí.
Tu sabes bien que él dice que hay que vivir desafiando el peligro. Él no respeta la vida individual igual que tú. En eso estábamos pensando, nada más. Eso es lo que hicimos. Nosotros lo hicimos. Otros sólo hablan. Nosotros actuamos. ¿Entiendes?
Entiendo.
Qué bueno que me entiendes. Tú eres el único capaz de entender. Además, aunque no lograras entenderlo todo, piénsalo – no nos puedes entregar. Dos vidas no valen a cambio de una. Sería un triple asesinato. Tú nunca permitirías algo así. Nuestras vidas están en tus manos. No puedes matarnos. Tú no eres capaz de matar. Si nos entregas ahora, sería lo mismo que si nos mataras con eso que tienes en la mano. Y tú no eres un asesino, Bruno.
Y tú…¿Qué eres?
¡No lo somos! ¡aún no lo entiendes! No me vas a decir que tú también, como los otros, eres un esclavo de las reglas sociales. En la época de Calígula, no lo habrías pensado ni por un momento. Dime que eres un hombre libre, un hombre libre como nosotros. Tú pusiste en nuestras manos este conocimiento; tú nos iniciaste, Bruno, nosotros maduramos y hoy lo pusimos en práctica. No puedes entregarnos. Sabes que no puedes. No puedes. ¡No puedes! No puedes…
Larga pausa.
Este universo es muy raro, oscuro e incomprensible, y es poco lo que entiendo de él. Lo que dices es cierto. Yo mismo he tratado siempre de aplicar una lógica pura, pero la aplicación de la pura lógica puede llevarnos a paradojas y malos entendidos como éste. Me has echado en cara mis propias palabras y un hombre debería ser consecuente con lo que dijo alguna vez. Nunca más voy a confiar en la lógica. Me has dicho que la vida vale muy poco para mí. Tienes razón. Y eso incluye la tuya.
¿Qué quieres decir?
Bruno de pronto deja salir lo que piensa – algo que no había hecho en toda la noche y que ahora hace con una fuerza tremenda y una articulación clara y enojada.
¿Que qué quiero decir? ¿Qué quiero decir? Que para satisfacer un placer egoísta y perverso, violaste algo sagrado atentando contra esa misma vida que ahora, cuando se trata de ti, te parece tan preciosa. Y No sólo lo mataste; destrozaste la vida de todos los que lo amaban. Le diste algo peor que la muerte a su padre – un anciano, que vivirá sus últimos días en el sufrimiento. Eso hiciste. Y al traerlo aquí esta noche, le jugaste una broma infame y obscena – una muy mala broma.
Alex pálido e inmóvil
¿Qué vas a hacer?
Aquí no se trata de lo que voy hacer. Se trata de lo que la sociedad va a hacer contigo. Y lo que a ti te va a pasar a manos de la sociedad, yo no sé. Pero me lo imagino muy bien.
Avanza hacia el baúl y abre la tapa de nuevo.
¡Te van a matar, monstruo! ¡A matar! ¡A ustedes dos! ¡Los van a matar!
TELÓN